Rodrigo Vidal
Viajero de Indias
Una a una mueren, “vamos quedando menos”, dicen “y eso también nos preocupa”. El tiempo no perdona y la edad, al final, las alcanzó sin que varias de ellas fueran consientes del paso de los años, porque luchan como el primer día desde que sus hijas e hijos fueron asesinados y desaparecidos durante la dictadura militar en Argentina; con la misma fuerza, pero es innegable que ya pasaron 35 años.
Las mujeres que perdieron a sus hijos, las Madres de Plaza de Mayo, se mantienen en pie y no se rinden, viven con la esperanza de saber dónde están los cuerpos de sus hijos, y algunas han muerto sin tener justicia.
El número de 30 mil desaparecidos durante 1976 y 1983, es apenas una estimación, pues la cifra puede ser mayor tomando en cuenta que varios miles de casos no han sido denunciados ya sea porque “los detenidos estaban desvinculados con sus familias, la falta de amigos o familiares que hicieran la denuncia, la represión generalizada contra grupos sociales, familiares o laborales que impidió que quedara quién hacer la denuncia”, entre otros motivos que enumera la Comisión Nacional por la Desaparición de las Personas (Conadep).
Aún cuando la lucha de las madres inicia prácticamente desde los primeros días, posteriores a la desaparición de sus vástagos –individualmente, a veces sin el acompañamiento de sus maridos, solas, sin sospechar que habría muchos miles de casos más-, este peregrinar por cárceles, comisarías, cuarteles militares, ministerios de (in) Justicia, permanecía invisible para el resto de la sociedad, “éramos las locas de la plaza de mayo”, como ellas mismas lo narran en el documental Arderá la memoria: La Historia de las Madres de Plaza 25 de Mayo de Rosario, ciudad de la provincia de Santa Fe, uno de las más importantes de Argentina.
Este trabajo fue presentado durante el IV Congreso Internacional de Historia Oral de la República Argentina, que por primera ocasión se realizó fuera de Buenos Aires. La Universidad Nacional de San Luis fue sede del encuentro de historiadores provenientes de México, Nicaragua, Colombia, Brasil, Chile y Paraguay.
Norma Vermeulen, la menor de las madres entrevistadas durante el documental dice que “lo que menos hicimos nosotras fue lamentarnos” de su situación, ese no era el objetivo de reunirse cada domingo en la plaza, sino exigir justicia, visibilizarse ante la sociedad, mostrar que ellas existían y que sus hijos fueron desaparecidos durante la dictadura y que los responsables aún caminan en las calles, libres.
El documental mueve fibras, sobre todo si se proviene de un país como México, donde hay mujeres, madres, abuelas, hermanas, hijas, que buscan a sus desaparecidos en esta llamada “guerra contra el crimen”, y que, al igual que las madres de plaza de mayo en sus inicios, están invisibilizadas, no existen, no salen en la televisión, no las menciona la radio, no se publican en la prensa.
Ahí sólo hablan de los muertos como cifras, todos son delincuentes, dicen las autoridades sin tener siquiera identificado los cadáveres. Si desaparecieron, o los asesinaron “algo habrán hecho”, comenta la gente de manera mecánica. La manipulación mediática da muestras que está funcionando la estrategia oficial, por lo que en muchos sectores aprueban este terrorismo de Estado.
Pero quizá haya razón en esta respuesta. El comunero Pedro Leiva Domínguez, integrante del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, fue ejecutado el jueves 6 de octubre en las inmediaciones de Xayakalan, Michoacán.
En un comunicado, la comunidad de Santa María Ostula (en la costa de Michoacán), de donde era originario el indígena náhuatl, manifestó su preocupación e indignación por el asesinato de Pedro Leiva, quien estaba considerado para participar en el próximo encuentro que el Movimiento por la Paz sostendría con el presidente Felipe Calderón, en el Castillo de Chapultepec.
De acuerdo con sus compañeros, Leiva dedicó parte de su vida a defender la titularidad comunal de las tierras frente a los intentos de los gobiernos estatal y federal por arrebatárselas. Entonces es cierto que lo asesinaron porque “algo había hecho”, y lo que hizo fue luchar por el conflicto territorial que Santa María Ostula mantiene desde hace más de 40 años.
Con el deceso de Pedro Leiva Domínguez suman 27 los muertos y cuatro los desaparecidos desde junio de 2009 en Santa María Ostula. Con ellos hay 31 familias que exigen justicia.
Este fin de semana la Red por los Derechos de la Infancia en México señala que son mil 400 homicidios de menores de edad los que han ocurrido en México desde el inicio de la guerra de Calderón, y ninguna condena. Entonces el número de madres que perdieron un hijo o hija aumenta a mil 400.
La política de terror que se infunde con la guerra de Felipe Calderón y que replican los gobernadores del país, como es el caso de Javier Duarte en Veracruz, genera que hoy muchas de esas madres con hijos asesinados o desaparecidos no salgan a las calles a pedir justicia, que incluye la condena de los autores materiales de esos asesinatos, que no refiere sólo a militares o delincuentes armados, sino a los funcionarios públicos que sostienen la política que desató la violencia en el país.
En eso, las madres mexicanas tienen otra característica en común con las madres argentinas. Ojalá todas vean justicia antes que la muerte.
Desde Buenos Aires, Elia Espen, madre de Hugo Orlando Miedan, desaparecido desde el 18 de febrero de 1977, envió un mensaje que pueden ver en www.youtube.com/watch?v=uU4FEGOzyds&feature=player_embedded, y dice: “A los compañeros de México les digo, tengan mucha fuerza, no bajen los brazos; si ustedes piensan que lo que están defendiendo es justo, es razonable, no aflojen; nostros hace 35 años que estamos en la lucha y todavía no bajamos los brazos ni los vamos a bajar, no los vamos a bajar hasta que veamos verdaderamente, no solamente a los militares sino que hay muchos civiles implicados en todo esto, porque fue un genocidio cívico-militar, y hasta que no se abran los archivos y verdaderamente se ajusticie, que no significa matar, a todos los civiles que intervinieron en todo este genocidio, para mí y para muchas madres no terminaremos de luchar, por eso les digo no abadonen, tienen principios, tienen razones para seguir no abandonen, fuerza compañeros y hasta la victoria”.
rodrigovp76@gmail.com
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