martes, 17 de enero de 2012

Eclipsa lucha social de Wallace

Ángel Lara Platas

En la historia reciente de los procesos electorales, no se había desatado una polémica tan contrapuesta como la que ha envuelto a la nominación de la candidata del PAN a la Jefatura del Gobierno del Distrito Federal; particularmente porque se trata de una persona con un proyecto social definido.
La señora Isabel Miranda de Wallace, maestra escolar de profesión, salta del anonimato a la escena pública tras el secuestro de su hijo Hugo Alberto Wallace Miranda, el 11 de julio de 2005.
Con ejemplar valentía, Isabel Miranda logra un hecho por muchos calificado como heroico, al detener a los secuestradores de su hijo tras cinco años de denuncias e investigaciones, sin apoyo externo y con recursos propios. 
La fuerza de su espíritu logra sobreponerse al dolor de madre, crea la Asociación Civil "Alto al Secuestro" para promover y defender los derechos humanos de las víctimas de secuestro, y logra que la Cámara de Diputados apruebe algunas leyes relacionadas con los derechos de las víctimas de este delito.
Su incansable lucha social la coloca en el nivel de los grandes símbolos nacionales, aquellos que abanderan causas nobles de los desamparados.
La señora de Wallace, a quien el presidente Felipe Calderón otorgó el Premio Nacional de Derechos Humanos 2010, y que las circunstancias la convierten en activista y ahora sorpresivamente en política; cede a las tentaciones del poder y le da el sí al flirtreo del PAN quien la invitó como candidata al Gobierno del Distrito Federal.
Sin motivos convincentes da intempestivo giro a sus críticas por la ineficiencia de los políticos, y decide arriesgar el reconocimiento de amplios sectores de la sociedad civil, para subirse al ring a disputarle el poder a otros dos que también lo quieren.
La señora desea gobernar la ciudad más grande de Latinoamérica y una de las más emproblemadas del mundo. Nadie duda de sus capacidades como persona. Tampoco se pone en la mesa de los cuestionamientos el asunto de género femenino. No.
Su decisión de entrarle de lleno a la política la coloca automáticamente en blanco de ataques y denostaciones, y lo peor: su lucha social realizada con la más grande fuerza de su ánimo, matizada con todos los colores del arco iris, se verá palidecer sensiblemente en cosa de semanas.
Es más, las críticas ya comenzaron.
Claro, la ahora candidata se justifica que ella surge de la sociedad civil y acepta la propuesta como parte de sus pretensiones de terminar con los vicios que adolece la administración perredista. Solo que aquí es oportuno dilucidar algo fundamental: no se puede clasificar como candidatura ciudadana porque la suya no fue independiente. Se dio por la decisión de un partido político lo que en automático excluye la intención ciudadana. Hasta donde se sabe, no hubo propuestas de organizaciones civiles ni de ciudadanos en lo particular. Es más, ni siquiera encuesta abierta a los votantes de la gran ciudad. Se trató de una decisión unilateral con tufo a imposición. Actos que ella misma reprochaba de los partidos.
La noticia no fue bien recibida por otros aspirantes que venían trabajando la plaza como Demetrio Sodi (jefe delegacional en Miguel Hidalgo) y José Luis Luege Tamargo, (Director de la Comisión Nacional del Agua). Similar reacción hubo al interior del panismo tradicional que esperaba esa designación para alguien con probada militancia.
Los argumentos de la dirigencia panista fueron en el sentido que en sondeos de opinión, doña Isabel era la mejor posicionada. Pero al mismo tiempo se preguntan los que opinan: ¿por qué no se ha optado por este mismo procedimiento para decidir el caso de los tres panistas que juegan por la candidatura presidencial?
Aunque ya lo había anticipado el que mueve los hilos del poder nacional, cuando advirtió que debían salir a buscar a los mejores hombres y mujeres para las candidaturas, así estos no pertenecieran al PAN, para este partido representa un serio conflicto interno, por que evidencia que en doce años no pudieron perfilar a figuras con perfil ganador, al menos para la primera posición nacional y del Distrito Federal.
Mientras el PAN ganará mucho trecho en la contienda, la señora de Wallace puede perder el impresionante respeto nacional que se forjó como luchadora social. Ahora tendrá que cargar con los errores del partido que ahora representa, en el tema que manejó como experta.
El argumento del secuestro le permitió interactuar con todos al margen de ideologías o partidos. Ahora, ella misma se ha impuesto límites al declarar que su decisión fue por el probable triunfo del PRI y el rechazo al PRD.
El cargo al que aspira es administrativo y nada tiene que ver con sus ideales. Congruente hubiera sido una diputación como legítimo foro de expresión.
Solo una reflexión que terminaría con las intenciones ciudadanas: si triunfara ¿habría alguien que impidiera el abordaje de quienes la llevaron al poder?
Gane o pierda seguirá siendo una mujer brillante, pero su proyecto social perderá credibilidad.

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