miércoles, 11 de enero de 2012

Nosotros, las gallinas de arriba

Salvador Muñoz
Los Políticos

Las llamamos marías, marchantas, inditas...
Con ellos somos más despectivos: indios, patarrajada, naco.
También hay a quienes llamamos putos, maricas, jotos. Si son de lana, gays.
Si nos atienden mal les llamamos gatetes, gatos, felinos, criados, empleaducho, naco.
Si nos sentimos agredidos por un taxista, nuestra más flamante venganza es decirle que por eso jamás pasará de ser “un taxista”.
También ocurre en negocios cuando no dejan pasar bajo el concepto del “NRDA” (Nos reservamos el derecho de admisión) por no cubrir las expectativas en vestimenta de alguien que tiene la instrucción de no dejar pasar “a cualquiera”.
Nuestras autoridades no están exentas de esta conducta: Prestar servicio como policía en el pueblo o la ciudad, era considerado un oficio exclusivo para nacos, indígenas o fracasados.
¿Quiere rebajar a alguien? Dígale “Luser” y para que amarre, haga la señal con los dedos de la letra “Ele”.
Los piropos de color son considerados “dignos de albañil”. El silbar era una habilidad que sólo debían de tener los arrieros. Los albures, había que dejarlos sólo a los cargadores.
Vemos con desprecio al indígena, al mendigo, a la sexoservidora, al sexoservidor, al amanerado, al pobre, al negro, al prieto, al albino, al amarillo ¡y también al rico! ¡al riquillo! ¡al fufurufo! ¡al popis! ¡al junior!
Vivimos en una sociedad resentida de todos contra todos.
El rico odia al pobre. El pobre odia al rico. La clase media odia al rico y al pobre. ¿No? ¿Seguro?
Que haya gente que lo exprese, como Miguel Moisés Sacal, el que golpea al valet parking, y haya otros que se lo coman (o nos lo comamos, para ser más justos), es otra cosa.
Por supuesto que discriminamos todos.
¡Ahhh! Pero eso tiene una inercia social rara. En un super-altísimo porcentaje, siempre será de “arriba” para “abajo” la discriminación explícita, quizás siguiendo el esquema simple de “las gallinas de arriba cagarán a las de abajo”. Y tan fácil que es que cuando se está abajo, es hacerse a un lado. Ya si insiste la de arriba, ¡bajarla de un madrazo!
Por supuesto, la caca difícilmente puede romper la Ley de la Gravedad... y si acaso se diera, la gravedad del caso implicaría ¡insultar al Jefe! ¡al rico! ¡a la autoridad! Y ello conlleva dos cosas: El reconocimiento de quien es incapaz de hacerlo por voz propia, y la revancha de la gallina de arriba que es la que nos habrá de cagar.
Y en nuestra idiosincracia está permitido que el Jefe, que el Superior, que el Pudiente, que el Fuerte, que el que Tiene, insulte, sobaje, humille.
Y a veces no se trata de tener dinero o cargo público. Baste saberse o sentirse superior, aunque sea por nada, sobre el otro.
¿Pretenden acusar a Miguel Moisés Sacal por discriminación?
Sinceramente, antes de hacerlo, habría que pensar primero en que se aplique la Ley por el Delito de Lesiones y una vez que eso ocurra, aplicar entonces la Magadalena a la discriminación: Quien esté libre de pecado...
Y nada más recordar una cosa: Si estamos arriba, siempre agradecer a quien nos sostiene abajo.

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