martes, 10 de enero de 2012

Un milagro

Salvador Muñoz
Los Políticos

Tengamos el pino todo el año, así, tendremos navidad los 365 días.
Fue mi solución para la nostalgia en la casa por tener que sacar el pino pasada la efervescencia navideña.
Si bien no soy partidario de comprar un pino cada año para la navidad, prefiero evitar una discusión familiar y accedo a su compra, a sabiendas la mujer de que me duele tener que deshacerme del arbolito.
Disfruto de su olor al entrar a casa. Es como si estuviera en un parque, en el monte. Son fantásticos los árboles.
Salgo a dar mi rutinaria vuelta con Harry alrededor del parque. En las escaleras veo restos de un pino... sus ramitas quedaron regadas por algún huevón vecino que es incapaz de limpiar los restos.
Cerca del contenedor de basura lo veo... al pino. Abandonado. Camino y entonces al siguiente contenedor, hay ya otro. Y conforme avanzo y paso por demás contenedores, ya hay más pinos abandonados.
¿Y toda esa pinche calentura navideña de ir al centro comercial, al vivero, a donde sea, para comprar el pino, dónde quedó? ¡con un arbolito en la basura!
Nuestra educación es rara... adoramos a un niño Dios matando a un arbolito.
II
Veo un video de Horacio Villalobos, donde critica el programa de La Rosa de Guadalupe... lo califica como “apendejador”. No es para menos. La noticia que da, complementa su decir: Una niña de diez años, de Piedras Negras, se suicida esperando que la Virgen le haga el milagro de reunir a sus padres. La joven Itzel Elvira vio en el programa, que otra niña decide el suicidio pero la Guadalupana, además de salvarla, le hizo el milagro que Itzel no pudo lograr.
Recordé el cuento de aquella señora que pedía el milagro a la Virgen para que su hijo tuerto, dejara de serlo. Entonces, llegando a la Catedral justo cuando tiraban los cuetes, el niño embelesado con las luces, alza su (media) vista y una varilla cae en su ojo sano. La señora, ante el llanto de su hijo, le dice que agradezca, porque ya no será tuerto... ahora será ciego.
La religión es rara... ante nuestros problemas siempre esperamos un milagro aunque ello nos lleve a la desgracia.
Sí, nuestra educación es rara... la basamos en fe ciega.
III
Los defeños se ofendieron con el Flashmob.
El Flashmob es un movimiento ciudadano donde la gente entra en calzones al metro para concentrarse en Bellas Artes, allá en la ciudad de México.
Y causó molestia quizas porque muchos de sus participantes decidieron quitarse pantalones o faldas, justo en el vagón del metro, ante la presencia de los pasajeros que ni idea tienen de qué es el Flashmob ni de sus intenciones, que, según quienes lo hicieron, es diversión y causar una reacción... y ambas lo lograron: hubo gente a la que causó gracia pero hubo otra, que sencillamente les pareció desagradable.
Aquí en Xalapa, hace poco se suscitó un “Flashmob de petatiux” con los 400 Pueblos que llegaron a la agresión para con una dama que perdió la calma ante su interrupción del tráfico. Eso sí, a diferencia de otros movimientos, los 400 Pueblos siempre tienen luz verde para ingresar a nuestra ciudad. Que se desnuden enfrente de todos, incluso niños, para quedar en paños menores, no implica en lo absoluto una falta a la moral para nuestras autoridades... sólo es cuestión de posiciones... si son nuestros hijos los que ven desnudarse a gente en la calle hasta quedar en calzones, no es ofensivo... no me imagino si se encueran enfrente de los hijos del Gobernador, de los del secretario de Seguridad Pública, de los del secretario de Gobierno, de los de nuestros diputados...
Nuestra educación es rara... depende de qué lado estemos.
IV
Me niego a deshacerme del arbolito... me gusta. No entiendo la mecánica del pino navideño pero me gusta su olor, lo disfruto... es como si tuviera un bosque en la casa... aunque a la vez, me duele saber que es un milagro truncado.
Entonces, recuerdo ese cuento, creo que es una mujer, quien en un momento de debilidad, de poca fe, se le aparece un joven, un mozalbete, y ella le pregunta:
–Y tú, ¿quién eres?
–Soy Dios...
–¡Jajajaja! ¡Demuéstramelo! ¡Haz un milagro!
Entonces, el joven le señala un punto...
–Eso es un árbol, no es un milagro– le dice ella a lo que el muchacho le responde:
–Entonces haz uno tú...
Yo, por mi parte, quiero un milagro, quiero tener siempre un pino en mi casa.

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