viernes, 29 de junio de 2012

La historia del Corsario, de un cuadrilátero al otro



Fernando Hernández Fernández

El olor a carne asada en la parrilla envuelve el ambiente. Las tripas crujen ante tal tentación, aunada a un trompo de carne al pastor que gira y gira para ser cocido para los comensales que llegan al Cuadrilátero.
Así es, el Cuadrilátero, no hay ningún error, y no necesariamente es un lugar donde se reparten golpes y llaves, sino es un sitio del que además de respirar aromas taqueros puedes percibir la esencia de la lucha libre.
Ahí, tras la parrilla, hay un encapuchado, que a veces prefiere atender a sus comensales sin su tapa para no espantarlos, porque es un personaje que expresa temor, es intimidante, y basta con preguntarle a los rivales que ha enfrentado en sus nueve años de carrera.
Corsario de Fuego es uno de los elementos de la Arena Xalapa que en los recientes tiempos ha subido como la espuma, pero su andar ha sido lleno de sacrificios, como muchos gladiadores han vivido para llegar al estrellato.
El personaje tuvo el camino cerrado en el coso de Sayago y Clavijero “y tuve que ir a debutar a una feria en Coatepec, el nombre me lo pone el Caballero Negro, en algo curioso, porque en el programa aparecía el nombre, pero no había quién lo usara, era un nombre al azar, entonces como nuevo me dijeron que me pusiera ese nombre. Subí. A los ocho días regresé, yo en ese tiempo luchaba como Fénix, en honor al de los Caballeros del Zodiaco porque yo tenía 14 años, y la sorpresa fue para mí porque no me vi anunciado, pero estaba el nombre de Corsario de Fuego. Volví a luchar con ese nombre y desde ahí siempre rudo”.
Tuvo que evolucionar en el equipo, “han surgido grandes cambios, he visto fotos de antes y sí dije no manches, cómo me atreví a usar eso”. Actualmente, el vestuario que usa fue basado en la facción del Último Guerrero, que es el ídolo del veracruzano, y trata de darle a la gente algo diferente cada función.
No es barato, “pero yo no bebo, no fumo, no me drogo, mi vicio es la lucha libre e invierto en él, así como otra persona puede invertir en ir al antro o en una cajetilla de cigarros yo lo hago con una máscara o algo que me sirva”. Un equipo completo, sin botas, oscila los dos mil pesos.

EL SUEÑO DEL ESTRELLATO 
Un sueño que tiene enfrente llamado Triple A, pero que lleva nueve años trabajándolo, desde que debutó, al grado que pasó 12 meses en el Distrito Federal, en el gimnasio del Consejo Mundial de Lucha Libre, “yo iba a ver más o menos cómo entrenaban los estrellas, porque para mí ellos y nosotros somos iguales, la gente piensa que los estrellas son allá porque salen en la televisión, pero nosotros nos preparamos igual que ellos para que la gente salga contenta”.
Llegó a la capital del país siendo nadie en este deporte, “a picar piedra, tenía que comer una vez al día, dormía en cartones para poder estar ahí y aprender nuevas llaves, castigos, agarres y traerlos aquí para tratar de darle un mejor espectáculo a la gente”.
De esa etapa de riesgo en su vida no recuerda nada doloroso, sino puras satisfacciones personales de lograr conocimientos, “porque la lucha libre es un vicio, sacrifiqué a mi familia, mis amigos, mi trabajo, si no nos gustara la lucha libre nadie lo haría, yo estaba allá por mi gusto y tuve muchas satisfacciones, porque cuando volví se me fueron abriendo más puertas en provincia”.
“Allá no tienes quién te dé siquiera los buenos días, no comes bien, sólo tienes el gimnasio, y tienes que ir, porque un día que no aprendiste algo es un día que hiciste gastos a lo tonto, allá no es de no quiero ir o estoy enfermo, tienes que ir a fuerza y echarle, porque delante de ti van 50 o 100 más que quieren pertenecer a la empresa”, agregó.
El rudo no se ha fijado un plazo para llegar al estrellato, “pero te podría jurar, por mi hijo y mi familia, pero algún día voy a estar ahí, me veo ahí”.

LOS CAMBIOS DE VIDA 
Mientras la charla se daba, el momento de ponerle el queso al alambre llegó. El ruido que hacía despertaba más el apetito, así como ha sido el del Corsario, que aseguró que vive el mejor momento de su carrera, pero también el de su vida en general.
Con un bebé de un año y nueve meses de edad, felizmente casado, el rudo hizo ver que en los recientes tiempos ha tenido muchas cosas positivas, en paralelo con su actividad deportiva, “con las ideas de la lucha libre pues surgió poner esta taquería, con el nombre de El Cuadrilátero, para darle un plus a la gente, y aquí mi idea es hacer un museo de lucha libre, con máscaras, programas, con cosas de la lucha libre, cosas que en otra taquería no vas a encontrar y también vienen varios luchadores”.
Su físico ha cambiado, bajó 20 kilos y marcó su cuerpo. Sus condiciones han mejorado sobre el ring, “me vino motivación para entrenar más duro, echarle más ganas, mi hijo es un aliciente más para salir adelante, no quedarme estancado, y por algo pasan las cosas y mi hijo trajo torta, porque al ponerme a entrenar más fuerte me vino una invitación para ir a probarnos a un evento nacional”. En julio pasado, en el Palacio de los Deportes, el xalapeño clasificó hasta la final sobre 150 aspirantes; luego, se coronó campeón en un evento estatal en Orizaba sobre otros 15 rivales.
El gladiador se ha dedicado más a su persona, “porque antes veía yo por la gente y salían adelante, pero dejaba al personaje de Corsario atrás, a pesar de tener la experiencia, ahí surgió la espinita de ir hacia adelante”.

LOS MAESTROS Y RIVALES 
Al haber emigrado a la Ciudad de México, “fui tomando cosas de aquí y allá, pero si a alguien yo agradezco de tomarse el tiempo de decirme cómo eran las cosas, es a mi profe Jorge Rivera (Skayde) y a Tony Salazar”.
Corsario de Fuego con esos cimientos ha tenido los arrestos para pararse enfrente de enemigos de larga trayectoria, así como de compañeros de peso en el catch, como Pirata Morgan, Octagón, Fuerza Guerrera, El Mesías, Cibernético, Los Payasos, “todos son difíciles, pero creo que el más rival más difícil ha sido mi profe Skayde, porque es enfrentar a una persona que me hizo”.
Y en la taquería, su principal oponente es la parrilla, “ahí todavía me cuesta, pero vamos más aprendiendo”. Aunque quedó en claro que quien le saca la rendición si se porta mal es su esposa. Ante el comentario ambos sonrieron.
Una historia de vida en pos del triunfo y la superación. El camino va labrado, más allá de ganar máscaras o cabelleras, por el momento el título de parejas le es suficiente, aunque dejó en claro que quiere el Semicompleto que ostenta el Vengador Radioactivo.
El alambre está listo y las tortillas se enfrían…

No hay comentarios: