viernes, 28 de septiembre de 2012

ORFIS: Dios los cría…

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

El Congreso veracruzano vive en permanente carnaval. Enmascarados, los legisladores lanzaron sesudas y críticas opiniones en torno a qué perfil debería tener quien ocupara el cargo de nuevo auditor del ORFIS —polémico ente fiscalizador de las cuentas públicas—, pero a la hora de votar, los diputados eufóricos por servir a su amo y dueño —llámese gobernador de Veracruz— se descararon dejándose llevar en masa por quien ya había sido designado desde palacio.
Unos con careta, otros con el rostro al aire; unos embozados, otros sin pudor; y salvo dos que se abstuvieron de votar, pudiendo hacerlo en contra, el resto de los diputados —47 decía el acta— se hincó para convalidar la imposición de Lorenzo Antonio Portilla Vásquez, un alfil del duartismo, cuyo máximo empeño será cubrir con lodo el lodo contable de las finanzas estatales y municipales.
Se perdió ahí, ayer, sesión histórica del Congreso, la última oportunidad por hacer del Órgano de Fiscalización Superior del Estado de Veracruz un instrumento con autonomía real frente al Ejecutivo y, sobre todo, convertirlo en garante del manejo honesto de los recursos públicos.
Pudo más la abyección de un mini ejército de legisladores —no por su tamaño sino por baja estatura moral—, incluida la pseudo oposición panista y perredista, salvo Martha Lilia Chávez y Armando Méndez de la Luz, que se prestó a la simulación con la que pretendieron vender el cuento de que al ORFIS iría un ciudadano desligado del poder y, mejor todavía, distante del gobernador Javier Duarte de Ochoa.
Finalmente la elección fue lo que todos esperaban: una designación. Lorenzo Antonio Portilla Vázquez, un empleado del gobierno, una pieza del gobernador, fue impuesto con el voto uniforme, sometido, dócil, profundamente indigno, de los mal llamados representantes populares.
Sin embargo, Portilla Vásquez pudo obtener el voto de una Legislatura cómplice del gobernador Duarte, pero no tendrá la solvencia para darle lustre ni hacer brillar al vilipendiado ORFIS, que en las manos de René Mariani Ochoa, durante el alemanismo, y Mauricio Audirac Murillo, en la fidelidad, se convirtió en una perversa maquinaria para encubrir desvío de recursos, fraudes financieros, ocultamiento de información y mil delitos más.
Antonio Portilla no es ajeno al gobierno actual ni al anterior, el fidelismo de tristes recuerdos. Hasta hace unas horas era director de Control y Evaluación de la Contraloría General del gobierno del estado de Veracruz, a la órdenes de su titular, Iván López Fernández, quien no le regatea elogios ni niega su amistad, como se hace entre los soldados del duartismo.
Aquí, en ZONA FRANCA, hace ya dos semanas, el 12 de septiembre, decíamos sobre Lorenzo Antonio Portilla Vázquez, el suertudo de la rifa:
“Otro propuesto para el ORFIS es Lorenzo Antonio Portilla, apadrinado del actual contralor del gobierno veracruzano, Iván López Fernández, quien no le niega su amistad y menos aún le regatea méritos.
“Lorenzo Antonio Portilla es director de Control y Evaluación de la Contraloría General del Estado, en el gobierno duartista, lo que presupone que irá a tapar los desvíos de recursos, el manejo irregular del dinero de los veracruzanos y actuará con dolo institucional, como ahora lo hace su padrino, el contralor Iván López Fernández.
“Su identificación con el gobierno de Duarte es relativa. Durante los últimos tres años del régimen fidelista, fue contralor del PRI estatal y simultáneamente manejaba los fondos federales para seguridad. O sea, mamó de una ubre y ahora mama de la otra”.
Pero si alguna duda cupiera sobre la devoción que el contralor Iván López Fernández profesa por Antonio Portilla, léase lo que la prensa ha recogido y plasmado en tinta y papel:
“El contralor general del Estado, Iván López Fernández, consideró que Lorenzo Antonio Portilla es un buen elemento con mucha valía para ser el Auditor General del Órgano de Fiscalización Superior (ORFIS).
“Como todo buen amigo, creo que los amigos debemos apoyarnos. Es un excelente elemento. Tiene mucha valía, mucho tiempo en el servicio público. Y no tan solo soy yo; creo que hay mucha gente que vemos bien que un amigo tenga aspiraciones válidas”. ¿Acaso Javier Duarte? Sí, Javier Duarte también.
Lo más cuestionable no es su formación profesional sino la identificación, primero con el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, y ahora con Javier Duarte. Por ejemplo, en su hoja de servicios prestados al poder, figuran dos cargos que hacen digno de toda sospecha a Antonio Portilla: fue contralor financiero del PRI estatal, de 2007 a 2010, y colaborador del área de espionaje oficial, el Centro de Comunicaciones, Cómputo y Control, el llamado C-4, en el cual manejaba los recursos federales del Fondo de Seguridad Nacional, el Foseg. Casi nada.
Antonio Portilla tiene, también, vena de comediante. Cumplido el rito de rendir protesta, cuando la prensa le preguntó sobre su vinculación con el gobierno priísta, respondió con un chistorete insípido: “soy americanista, católico y militante de un partido”, pero aclaró que en sus 30 años de servicio no ha echado porras, no ha rezado ni ha realizado labor proselitista. Creyó haber salido así de la ratonera, pero no sabe en la que se metió.
Reconocer su militancia priísta y haberse desempeñado como contralor del PRI estatal durante tres años, con Fidel Herrera en el poder, lo ha llevado a enfrentar su primer dilema: su inelegibilidad.
Cuando inició el proceso de selección de candidatos a la titularidad del ORFIS, los diputados, con esa irrefrenable inclinación a armar teatros para engañar y salirse con la suya, lanzaron una convocatoria en la cual señalaron requisitos que debían observar los candidatos y marcaron los tiempos para ir depurando al grupo de aspirantes hasta la elección final.
Deliberadamente omitieron incluir que los candidatos no debían militar en partido político alguno, lo cual se contrapone al Reglamento Interior del ORFIS, que en su artículo, fracción III, sí lo dice: “No haber desempeñado, ni desempeñar durante el ejercicio del cargo, ninguna función, actividad o comisión alguna en partidos políticos, agrupaciones o asociaciones políticas, en los órdenes municipal, estatal o federal… a menos que se hubiere separado del cargo, función o nombramiento conferido, cinco años antes de la designación como titular de alguna de las Unidades Administrativas del Órgano”.
Lorenzo Antonio Portilla, el auditor de Javier Duarte, incumple ese requisito. Todavía en 2010, hace dos años, era contralor del PRI estatal.
Para los diputados, y cito concretamente a Américo Zúñiga, no hay conflicto ni delito: la convocatoria, dice el legislador, no incluyó ese requisito y, por tanto, Portilla Vásquez es el auditor superior del ORFIS.
Lo que plantea el diputado Zúñiga es para dar vergüenza a cualquier jurista. Una convocatoria no tiene mayor peso legal que un reglamento interior, o que una ley o que la misma Constitución. Zúñiga, pues, miente.
Es evidente que los diputados sabían que Antonio Portilla era inelegible y por ello expidieron una convocatoria patito que no aludiera a la no militancia en algún partido político, sin importarles que ellos atropellaban así el Reglamento Interior del ORFIS.
Los dados estaban cargados y ahora sólo resta que los candidatos participantes en esta burla decidan impugnar e invalidar el proceso de selección del titular del ORFIS.
Crónica de una imposición anunciada, la de Antonio Portilla resume los estertores finales de la transparencia gubernamental y el paso último para tener en el ente fiscalizador a quien será el maquillista a la medida del régimen duartista, de sus desastrosas finanzas y del consabido desvío de recursos, tanto en el gobierno estatal como en los municipios, como siempre ha ocurrido.
Por eso dicen, y bien dicho, que Dios los cría y ellos se juntan...

(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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