martes, 2 de octubre de 2012

Acayucan: entre el amor, el beisbol y los ciudadanos desdeñados

José Luis Ortega Vidal
Claroscuros

(1)
José Zarur dobló por la segunda base y se enfiló firme y veloz hacia la tercera.
El estadio “La Arrocera” se cimbró: en sus botines estaba la carrera del empate.
Era la parte baja de la octava entrada y “Los Tobis” de Acayucan caían –apenas- por una carrera.
Fabiola Vázquez Saut –alcaldesa acayuqueña- miró con emoción y orgullo el paso firme de su marido.
“Los Tobis” son una novena patrocinada por el Ayuntamiento de Acayucan con una sola misión: ser campeones donde se paren.
El nombre del club proviene del “tobi”, el perro que Cirilo Vázquez Lagunes quería profundamente y lo llevaba a todas partes.
De hecho, poco después de la fatídica tarde del domingo 19 de noviembre del 2006, cuando Vázquez Lagunes fue asesinado luego de asistir a un juego de béisbol en “La Arrocera”, su mascota murió y los seguidores del célebre cacique lo honran impulsando el deporte y el nombre de su perro favorito.

(2)
“Safeeeee” gritó el ampáyer de tercera base mientras alzaba los brazos en señal de aprobación a la barrida estóica de José Zarur.
Nativo del puerto de Veracruz, yerno póstumo de Cirilo Vázquez Lagunes, el bateador habrá acompañado la descarga de adrenalina con un sentimiento profundo de satisfacción.
La gloria es momentánea. A veces dura sólo un segundo, o menos.
El marido de la Alcaldesa aun no se levantaba cuando en las gradas un grito estentóreo ahogó el sentimiento de la pareja: ¡Outttttt! fue la voz de los miles de aficionados.
¡Out, out, out, out…pin…ampáyer vendido, ladrón, fifi…fififi…!
Eso y otras lindezas propias de Alvarado se escucharon en aquel escenario.
Se dice que José Zarur quiere ser Alcalde de Acayucan y suceder en el cargo a su compañera, la hija de Cirilo…
Cuando el ampáyer gritó “Safe” quizá el deportista jarocho y cónyuge de la Presidenta Municipal habrá acariciado el impulso que los rumores de café le acreditan en torno al poder.
De haber sido así: el aplastante grito -casi unánime- de “Outtttt”, habrá matado las ilusiones.
¿Quién convence a la raza después de un robo de tamaña naturaleza?
El beisbol es pasión absoluta y en Veracruz –concretamente en el Sur- el beisbol es una religión.

(3)
Lo que pasó después es algo más o menos común.
Es sabida la historia de dos pueblos que en la cuenca del Papaloapan quisieron hermanarse por medio de una boda entre el Santo de una comunidad y la Virgen de otra.
“Un Son que canta en el río” del novelista y periodista veracruzano Roberto Blanco Moheno la narra.
Aquellos pueblos se peleaban por todo, pero sobre todo en los partidos de beisbol.
Para tal propósito, se organizó aquel enlace con el fin de canalizar a través de la fe los resquemores entre vecinos.
El intento fracasó.
Aquellos pueblos beisboleros y groseros tuvieron un nuevo encontronazo en medio de la celebración de la boda descabellada y alejada de los preceptos cristianos.
Al final, el santo terminó acusado de homosexual y la virgen de ser una “magdalena”.

(4)
Lo de Acayucan no llegó a tanto pero sí desató pasiones y mezcló los afanes deportivos con circunstancias políticas.
Y es que al patrocinio oficial de “Los Tobis” se enfrentó el apoyo municipal de “Los Jicameros”; el equipo de Villa Oluta apoyado por el Alcalde Fernando Kuri Kuri.
De hecho, “Los Jicameros” iban ganando una carrera contra cero en la fatídica octava entrada que permitió a José Zazur tocar los dinteles de la gloria –como en el poema de Manuel María Flores- para quedar enterrado –de inmediato- en la discriminación del grito popular que se erigió en juez y determinó que aquella había sido un robo, las ilusiones políticas del consorte.

(5)
Fabiola Vázquez Saut entró al campo de juego rodeada de policías y marinos.
Fernando Kuri Kuri –prudente, aunque apasionado- pisó la grama sin respaldo armado.
Se armó la discusión que duró dos horas.
Los olutecos decidieron no volver al campo y Acayucan se proclamó campeón en medio del desdén de jugadores y porristas jicameros.

(6)
El lunes, la vida siguió como siguen las cosas que no tienen mucho sentido –diría Joaquín Sabina-.
Sin embargo, como hay gente para la cual la vida sí tiene sentido, vecinos de seis comunidades rurales tomaron el Palacio Municipal de Acayucan.
- ¡Ay cabrón! Me dijo un colega cuando le pasé el dato.
- ¿Lo tomaron por lo del partido de béisbol? Preguntó.
- No, le expliqué: en realidad están reclamando recursos del programa “Piso Firme” que apoya el gobierno del estado.
Los vecinos del Acayucan rural –provenientes de Corral Nuevo, Dehesa, Pitalillo, Quiamoloapan, Comején y Monte Grande- acusan a su Presidenta de estar repartiendo ese apoyo en forma incorrecta; quitando de la lista a quienes no simpatizan con su administración y colocando a quienes le echan porras.
- ¡Ah caray! Espetó el colega.
Hacia las 21:00 horas de ayer el palacio acayuqueño seguía tomado.
Fabiola Vázquez Saut no se había parado por allí; nadie había dialogado con los inconformes y en los pasillos se comentaba que José Zarur –defendido la víspera- podría estar recibiendo consuelo de su amada.
Ese –quizá- sería el motivo por el que los ciudadanos molestos con el asunto del piso firme no eran atendidos por la primera autoridad.
Bueno, sólo que sea por eso…

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