jueves, 23 de mayo de 2013

Espino, mi héroe

Salvador Muñoz
Los Políticos

Mi hermana Patricia tenía un libro de la historia de “Robin Hood”. No sé cuántos años tenía pero era un niño cuando llegó a mis manos. Ya para esas fechas Emilio Salgari, Mark Twain y Bram Stoker los había leído, pero ninguno me había hecho llorar hasta que leí a “Robin Hood”.
No sé si el lector haya tenido oportunidad de conocer esa catarsis en una lectura pero fue en mi infancia, uno de los sucesos más raros que hubiera vivido.
Recuerdo ese libro, de pasta gruesa, de pocas ilustraciones y muchas letras que me envolvió tan fuerte, que hizo un nudo en mi garganta y soltó mis lágrimas conforme iba averiguando cómo moría Robin Hood, envenenado por una prima, en un convento... no comprendía la traición, más cuando en la casa del abuelo ¡estaba rodeado de ellas! ¡muchas primas!
II
Robin Hood fue uno de mis héroes favoritos antes de conocer al Hombre Araña. Me encantaba de Robin de Locksley que robara a los ricos para darle a los pobres. Si bien no entendía en su dimensión exacta las palabras “rico” ni “pobres”, la acción se me hacía justa... como justo era para mí aplicar el “dos de bastos” al monedero de mi madre para ir a comprar “El Sorprendente Hombre Araña” y cantidad de revistas ante una imperiosa necesidad de seguir leyendo cuando ya en la casa no había más que leer.
¿Quién fue Chucho El Roto? Le pregunté a mi mamá. ¿Dónde lo oí? Creo que fue en ese radio verde que había en la casa y escuché una novela... mi madre, a grosso modo, me explicó que era un hombre, Jesús Arriaga, que robaba a los ricos para ayudar a los pobres, incluso, que estuvo prisionero en San Juan de Ulúa y que una vez se escapó de esa cárcel y fue detenido por las Cumbres de Maltrata... en pocas palabras, entendí, ¡que era como un Robin Hood!

III
Después de Chucho el Roto y Robin Hood, apareció “Harry, el sucio” así como “El Vengador Anónimo”, otro tipo de héroes que si bien, no daban ayuda a los pobres, proporcionaban justicia a punta de madrazos y balazos contra los malos.
Hoy, la mayoría de nuestros héroes ya no buscan justicia... creo que un alto porcentaje canta, actúa o hace goles. Se llaman Marc Anthony, Ashton Kutcher o Messi (bueno, para estar ad hoc: Chucho Benítez)...
Lo increíble es que también, en nuestra política, tenemos a nuestros héroes, nuestros Robin Hood que buscan la justicia en pro de nuestros intereses...
Entre ellos está Manuel Espino, el justiciero.
Creo que, como todo buen ciudadano que se precie de serlo, debemos celebrar que haya un ciudadano valiente, osado, intrépido, sagaz y audaz (entre los requisitos para ser un héroe), que se atreva a denunciar a quien dice, se ha enriquecido a nuestras costillas sabrá Dios (y la PGR si investiga) de qué modo... el villano malvado conocido como Miguel Ángel Yunes Linares.

IV
Desconozco hasta dónde llegará la aventura de Manuel Espino contra Yunes Linares... igual desconozco cuáles son los motivos que orillan al moderno “Robin Hood” a buscar que se aplique la justicia contra el choleño, pero, insisto, esperemos que la Ley se aplique y caiga quien tenga que caer...
Pero ahora que anda de justiciero Manuel Espino, estamos de acuerdo entonces que aplique el mismo ímpetu y energía en los siguientes casos en los que se sospecha enriquecimiento ilícito o transgresión de la Ley:
* El nieto de Murillo Karam, quien golpeó a su novia...
* Carlos Romero Deschamps e hijos...
* Andrés Granier y su ex tesorero...
* Los hijastros de Vicente Fox...
* Felipe Calderón...
* Reynaldo Escobar Pérez...
* Por supuesto, Fidel Herrera Beltrán...
* Los involucrados en el video del escándalo que tambaleó al Pacto por México...
* Así como los nuevos ricos que surgieron en el fidelato...
Si Manuel Espino es congruente, lo incluiré en mi lista de Héroes Favoritos aunque como van las cosas, no dudo que más que justiciero sea un “cazarecompensas” y en una de ésas, un simple “Hood Robin”, la antítesis perfecta del héroe de Sherwood: Cobrar de nuestros impuestos para ayudar a los ricos... y no dude que haya algún político que en lo oscurito le diga: “¡Eres mi héroe, papá!”

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