jueves, 18 de julio de 2013

Cambiar de caballo a mitad del río

Erwin S. Bárcenas Oliveros
Un Clavo al Ataúd 

Rodearse de las personas correctas no siempre significa rodearse de las personas que nos tratan bien, o las que piensan bien, o las que quieren hacer el bien... aunque sea para ellos mismos.
“La tribu es tan fuerte como su miembro más débil”.
El arte de la política como el arte de la guerra, se basa en la estrategia y en conocer nuestras debilidades y las fortalezas de nuestros contrincantes. Pero como la frase anterior lo menciona, el que gobierna debe saber cuál es su parte más endeble, sus lados flojos, saber “de qué pie cojea”.
Américo Zúñiga, como alcalde electo de la ciudad capital del Estado de Veracruz: Xalapa (ojo señor Presidente Peña Nieto, Xalapa con J o con esa espantosa X que se ganó al confundirla con Boca del Río), tiene una buena oportunidad de desprenderse de la gente que lo acompañó durante la campaña, no por malagradecimiento, no por altanería, lo debe de hacer porque dicha gente sólo se empeñó durante dicho proceso, con el ánimo, en su mayoría, de obtener beneficios jugosos o satisfactorios a su entrega; la motivación de seguir haciéndolo para mejorar se ha acabado.
Una persona que piensa en invertir tres o cuatro meses de esfuerzo, para lograr 4 años de sentarse a chupar beneficios del presupuesto, no es un ejemplo de entrega y valor moral que uno esperaría de un “servidor público”; está claro desde hace décadas, que los que van tras el candidato haciendo el trabajo pesado, el sucio, no están bajo la bandera de lograr que el proyecto y propuestas de la campaña sean una realidad feliz para la ciudadanía.
“Por fin voy a sacar ese carro que me gusta”, “Ya salió para el departamento”, “Ahora sí, me conocerán como el bueno de mí, me van a tener en cuenta para la repartición”, escuché hace unos años cuando el candidato del PRI había ganado la alcaldía de mi natal Perote, Veracruz, para que días después, las autoridades electorales revirtieran dicho resultado a favor del candidato del PAN, a lo que, cerca de la central de autobuses de dicha ciudad, encontrara a dos chavos y una chica celebrando que por fin tendrían su recompensa ahora que su candidato había ganado... presenciaba a los mismos enanos pero con diferente logo.
Muchos se sentirán agraviados, aludiendo que ellos se abalanzaron sin más compromiso que el de apoyar a su partido, candidato o gato, en semanas recientes, pero el amable lector, el transeúnte ocasional, la persona que vive a diario la vida normal, sabe que esto es más real que lo miserable del salario mínimo... sólo andaban tras el hueso.
Por tanto, Américo tendría una buena chance de buscar gente adecuada para corretear la chuleta por el próximo periodo municipal y que su hambre por algo más grande ayude a impulsar una ciudad que requiere de la atención de quienes se prestan para lo que su nombre por definición exige: El Servicio Público, de, para y por el público, que al final, son, somos, los verdaderos jefes, los chingones que al pagar impuestos, pagamos sus sueldos; no el candidato, no el partido, no los “jefazos”, nosotros, el grueso de la población.

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