miércoles, 4 de septiembre de 2013

Orfandad magisterial

Salvador Muñoz
Los Políticos

En la lucha magisterial que se vive en estos momentos y en los que no tengo idea en qué acabe, me queda en claro una cosa: La orfandad de los mentores.
Conste: la “Orfandad” no implica en estos momentos la pretensión de que “no tienen madre” porque “dejan a los chamacos sin clases”, o porque “toman las casetas” o porque “toman el control del zócalo en el DF” o en la plaza de mi pueblo… y tampoco, mucho menos, porque sus pancartas tengan “horrores ortográficos” al estilo Chuayffet para los políticos o al estilo Hemingway, Faulkner, el poeta William Butler Yeats y Julio Cortázar, para los exquisitos del lenguaje y defensores del control social que implica un buen verbo y una hermosa letra.
(Nuestra soberbia nos permite poner el dedo en la llaga de quien pronuncia mal una palabra o mal escribe un texto. Corregirlo nos pone en un plano superior a él, y más si quien lo comete es maestro… nuestro ego se eleva a niveles etéreos insospechados. ¡Cómo! Son maestros y no saben escribir. Desconozco cuándo, cómo y quién puso frac a las palabras, escritas y orales y por ello, muchas veces, olvidamos la esencia de la expresión: el mensaje)
La orfandad a la que me refiero es a la que los maestros se encuentran en estos momentos al no contar con el apoyo de sus dirigentes sindicales y mucho menos de sus representantes populares, léase Diputados (locales y federales), senadores, gobernadores y por qué no, alcaldes.
Puedo decir que los líderes sindicales los han abandonado cuando ellos siguen mamando de la ambrosía que el poder da en exuberante seno. Si no, díganme dónde está un Juan Nicolás Callejas Arroyo… preparándose para asumir el control total de un Congreso que estará a las órdenes del Poder Ejecutivo… díganme dónde está un Gaudencio Hernández Burgos… alzando la mano a favor de una Reforma donde todos sus agremiados están en contra, pero es que la dieta legislativa está más sabrosa que dar clases a un montón de escuincles que ni hijos son de uno… Lo mismo para Verónica Carreón Cervantes, quien difícilmente podría cambiar la comodidad de su curul por una fría banca de salón de clases… Díganme dónde está Hugo Vázquez Zárate… en serio, díganme, porque ya no lo veo…
Y eso son los “Maestros sindicales”… faltan nuestros representantes populares, como una Zita Pazzi o Guadalupe Peña Recio, que se dicen “maestras” pero en su actuar y voto, es evidente que son priistas antes que cualquier otra cosa.
Y ojo… ya no tanto con esos líderes sindicales del magisterio, sino con los otros, con “nuestros” diputados, ésos que en campaña nos pidieron el voto pero es claro que su entender de “nuestro bienestar” sencillamente puede ser tan distinto y lejano a la realidad que vive cada uno de los mexicanos que no sabe y disfruta del poder político como ellos lo gozan.
Si no son capaces de escuchar a los cientos, miles de maestros que no están de acuerdo con una Reforma que, a su juicio, consideran va en detrimento de sus intereses, ¿qué puede esperar el otro ciudadano, el que no es maestro, el que está en otro rollo, pero que igual, se tiene que fletar en un trabajo que dista mucho de la comodidad de estar sentado en una curul alzando el dedito?
Si usted trabaja para vivir su vejez con una pensión que le dé tranquilidad, paz y sosiego, siga soñando… el caso de los maestros es una primera llamada y una advertencia de que si a ellos les toca, entonces a cualquiera que goce de algunas de las prestaciones que tienen los mentores, les tocará después…
Hoy, los maestros es evidente, los dejaron en la orfandad sus representantes sindicales y nuestros representantes populares.

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