domingo, 3 de noviembre de 2013

"Feisbul", una vida entre los público y lo privado


Eva Varona

Cuando las Piedras Hablan

Pues ahí se encontraba fulanita, feliz le contaba a su amiga que por fin el chico que había conocido en Facebook se le declaró…salieron se conocieron y se dio el siguiente paso del ciber romance al romance ¿real?
Aquella conversación se ha vuelto casi como el padre nuestro; muy interesaba lo escuchaba de la mesa contigua, me interesaba todo ese panorama que bien podría formar parte de una película de comedia romántica.
Pero fulanita estaba todavía más angustiada…
¡Porque el susodicho no había cambiado su situación sentimental en Facebook!
¿Qué significa? Decía molesta; si no cambia su situación sentimental quiere decir que la cosa no va en serio.
Y ese fue otro momento en el que me sentí (y vamos a decirlo con tacto) más de la vieja usanza.
En ese momento no pude evitar preguntarme:
¿En qué momento convertimos a Facebook en el juez que debe dar la aprobación de “Nuestra situación sentimental”?
Fulanita apunto del llanto le dice a su amiga:
-Tal vez no sea el momento de hacerlo público…y que lo vean sus amigos y familia.
¡PUM!..
Ahí estaba el peine bien escondido.
Facebook es el chismoso que le debe contar a “nuestras amistades” que ya andamos con tal persona, dicho corazón que se perfila orgulloso en el centro de nuestro muro de Facebook, debe ir acompañado de nuestra mejor foto risueña al lado del galán…claro; para dejar en claro que somos felices…y por supuesto para que se mueran de la envidia.
Y después Perengana amiga de Fulanita le revira y le dice:
-¿Y si te ve la suegra?
O_O
Ajaaaaaaa.
Esa sí no me la sabía, pero claro, las cibersuegras…me pregunto si en realidad entran a Facebook a ver el “prospecto” de su querido hijo o hija, ver su perfil, sus aficiones, sus fotos….ups!!! y ¡las fotos! ¡chinnnn! esas delatoras que mostrarán como en un catálogo, tus mejores desfiguros, tal vez aquella encantadora foto tuya con la minifalda roja y zapatillas color neón…aquella que tu suegra recuerda haber visto en el cuarto de su hijo… ¡pero en el calendario de Play Boy!
Fulanita reflexiona hacia la pregunta… y tras un pequeño silencio, agarra su iPhone y se dispone a bloquear toda evidencia de la escena del crimen.
¿Habrá sido demasiado tarde?
¿Ohhh y ahora quién podrá ayudarnos?
Yoooooo… ¡FEISBUL!
Pues resulta que en aquel encantador pueblito en las afueras de mi ciudad; aquella noche se armó el borlote.
Como escena de película del medievo, la gente con palos y machete en mano, cerraron la carretera en donde transitan los tráileres de carga pesada que los llevaba hacia la carretera federal.
La queja de la población consistía en el repudio hacia una persona que era tachada de alborotadora y que no querían más en su encantadora región.
Pero como toda turbe chismosa el primer día no tuvo efecto, hasta que pasaron las horas; y así se fueron descubriendo más chismes…digo más datos de interés.
Los manifestantes bloqueaban una empresa cementera en la cual trabajaba el esposo de la afamada alborotadora; y como la bola de chismosos…digo como a los manifestantes no los pelaban, se montaron en su macho y cerraron ¡dos días! eso significó pérdidas millonarias para la empresa cementera y las demás cargas pesadas que transitaban en la zona.
Hasta que…se juntó más gentes y por la presión, trasladaron al pobre ingeniero con su ahora desprestigiada esposa a otro lado y fin.
Y al indagar por tan penoso asunto puebleril; la respuesta fue contundente:
“¡Todo comenzó por el feisbul!”
Así es; fue una cuestión de dimes y diretes que se leyeron en el feisbul, y que terminaron por casi linchar a una persona.
Y ante este panorama, bien cabe reflexionar sobre el efecto que Facebook tiene no solo en nuestra sociedad urbana, sino en el ambiente rural.
¿En cuantos pueblecitos se han manifestado situaciones parecidas?
¿Y de cuántas situaciones así tienen un “buen término”?
Que no quede dudas, Facebook se empieza a convertir quien define las dimensiones entre lo público y lo privado.

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