viernes, 28 de febrero de 2014

Aplicar la de Carvallo

Salvador Muñoz
Los Políticos

Fractura de tabique. Una revisión con la otorrinolaringóloga y me daba esa conclusión.
Por eso era la punzada en la punta de la nariz. Ese ligero dolor cuando me rozo o me toco. ¿Cómo fue la fractura? Ni idea pero tengo dos hipótesis:
La primera) Cuando al subir a ese esqueleto de una casa de dos aguas para el perro, que hacía mi abuelo, perdí el equilibrio y la caída fue de hocico… o más bien de narices… ¡y el chorro de sangre!
La segunda) Cuando al jugar futbol, un defensa reventó el balón en las narices dejando estampados perfectamente en la cara los hexágonos de la de cueros. ¡Me noqueó!
La otorrinolaringóloga hizo presión a un costado de la nariz y preguntó cómo respiraba: ¡Perfectamente! Sí, sentía que el aire entraba con una limpieza increíble por mis fosas nasales. Le dije que era la misma sensación que sentía cuando me paraba la puntita de mi nariz… sentía que respiraba mejor.

II
Es curioso, pero nuestra nariz, además de ser el receptor de olores, es también el expositor de nuestras mentiras… dicen…
Por ejemplo, quien ha tenido el gusto de ver el programa “Lie to me” (Miénteme), de seguro ha de haber pescado que uno de los delatores en nuestro lenguaje verbal para ver si mentimos, es tocarse la nariz mientras se habla… ya puede ir practicando con su marido o esposa; novio, novia; jefe o empleado… ¡si yo les contara!
Realmente no creo que Carlo Lorenzini, mejor conocido como Carlo Collodi haya sabido esto y por ello, su cuento “Historia de un Títere” se centre en la nariz del personaje principal: Pinocho.
Si Pinocho decía una mentira, la nariz le crecía. A ciencia cierta, a todos nos crece… y no porque digamos tantas mentiras, es una especie de Ley de la Naturaleza. Conforme pasan los años nos crecen las orejas y la nariz… así como las mañas.

III
Pero el hecho de que una persona tenga nariz grande no quiere decir que sea muy mentirosa… y ahí está el caso de “Cyrano de Bergerac”... bueno, me refiero al personaje de Edmond Rostand, que nos plasma a un hombre valiente, sensible, audaz y enamorado pero con una gran nariz. Hercule Savinien de Cyrano de Bergerac, el de a deveras, eran considerado libertino así como irrespetuoso, pero también con un gran nariz…
Pero no sólo en la literatura hay narices grandes y famosas… ahí está Gerard Depardieu, por poner un ejemplo; Jimmy Durante, quien hacía mofa de su nariz; Adrien Brody, protagonista en “El Pianista”, “King Kong” y “Depredadores” y por supuesto, la de Owen Wilson (“Zoolander” y “Marley y yo”, entre otras) , que tiene nariz de boxeador mal cuidada…
¿Y nuestros políticos?
En lo particular, hay dos narices que se llevan las palmas y después por allí aparecerán otras… la única y singular, es la de Juan Antonio Nemi Dib… ¿estamos de acuerdo? Y una muy peculiar, es la de Jorge Carvallo, que si bien no es un gran narizón, al menos es el primer político que, ahora sí, como quien dice, ¡se la respingó! ¡Claro! la razón que dan todos los que se operan la nariz es la misma: “Tenía un problema en el tabique y aprovechando…”

IV
Por cierto, tocado el tema de Carvallo y la estética, es más común en las damas que en los caballeros, que se la respinguen, y entre nuestras políticas, ¡pues con más razón! “Ai” les van algunos ejemplos de quienes en aras de acabar con Cyrano de Bergerac (que no con Pinocho), han pasado por el cirujano plástico: Shariffe Osman, ex candidata a la alcaldía de Emiliano Zapata; Guadalupe Porras, aún dirigente de la CNOP; Martha Montoya Barradas, dirigente de Onmpri; Flor de María Ruiz, ex jurídico del Ayuntamiento ateniense pasado; Zazil Reyes, en el actual ayuntamiento; e Itzel Lendechy, cabeza en el Icatver-Xalapa.
¡Y no! Américo Zúñiga, el alcalde de Xalapa, no busca para nada seguir los pasos estéticos de estas políticas o de Carvallo… si anda con el pegote en la nariz es porque simplemente tuvo un percance en carro y se golpeó, provocándose una fisura que espero que no sea como la mía, porque duele. “Usa cinturón”, le digo.

V
Pregunto a la otorrinolaringóloga si hay solución a mi fractura… me dice que si quiero una operación… de inmediato recuerdo que mi esposa gusta de levantarme la punta de mi nariz y la pregunta que no deja de repetirme: “¿No te operarías?” con la consabida respuesta: No…
Y al igual que yo, la doctora tampoco le ve caso… además, ni soy actor ni político, ¡así que seguiré con mi moquito de guajolote sólo cuidándome que nadie me golpee y cuando sienta que no pueda respirar, aplicaré la de Carvallo: Una respingadita, ¡y listo!

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