lunes, 24 de marzo de 2014

Brujos desmienten al diablo

Roberto Morales Ayala
Zona Franca

Faramalludos, hijos de la vida oscura, capaces de engañar a cualquiera, o de sanar del peor de los males, ahora los brujos —los de Catemaco, los de los Tuxtlas— les da por desmentir a cualquiera, hasta al propio diablo si dice lo que no es o si le agradece al gobernador de Veracruz lo que Javier Duarte le dio o no le dio al congreso de los hechiceros.
 Si el diablo miente —lo que es virtud en un ser negativo y un pecado en un ser de Dios—, los brujos no se la dejan pasar. Y así ocurrió en la misa negra, hace un par de fines de semana.
Una médium, sacada de quién sabe dónde, sirvió para darle voz al diablo. Y por ella habló el Príncipe de las Tinieblas. Y a través de ella, decía el Patriarca Mayor de Los Siete Elegidos, Reyes Álvarez Montes, “hablaremos con él”.
Refería que la mujer que alojara al diablo, “es la secretaria de El Caballero”. Hablaba la mujer con sonidos, quejidos, la voz ronca, fingida, que dio aires de solemnidad a la misa negra hasta alcanzar el éxtasis en una ceremonia que no cualquiera tiene a su alcance, pues no todos los días, sólo ese, llega el demonio y charla con sus creyentes.
 Quizá todo ahí sería creíble hasta que se le ocurrió al diablo, al Príncipe de las Tinieblas, agradecerle al gobernador “Javier Duarte de Ochoa” las facilidades para reavivar el congreso de brujos.
Dijo textualmente el diablo a través de su secretaria-médium: “agradezco al gobernador Javier Duarte de Ochoa por su apoyo”.
Entonces se armó el relajo. Javier Duarte, invocado por la médium, fue el acabose. Las risas, el relajo, el chacoteo fue la expresión que hizo explotar la repulsa de los asistentes. ¡Qué diablos tenía que andar metido ahí el nombre del gobernador!
Al margen de la ridiculeces en las que incurren los voceros y su cada vez más ineficaz aparato de propaganda, el de Javier Duarte vaya que resultó un gobierno adorador de los siete pecados capitales. Y eso que cada vez que puede va a misa, se codea con el arzobispo de Xalapa.
 Pero ahora el gobernador, o sus consejeros de imagen, quizá el mismo Alberto Silva Ramos, su nuevo vocero, que le da por sugerirle barbaridades en tropel, tuvo la infeliz ocurrencia de que su nombre sonara en los labios del Príncipe de las Tinieblas para que los miles de asistentes a la misa negra vieran qué gentil es el gobernador con los brujos… aunque le duela a Dios.
 Aquello iba de lo cómico a lo grotesco. El diablo y Duarte en la misma sopa. Y un día después, cuando el asunto de la mano de Javier Duarte en el congreso de brujos de Catemaco ya había permeado, los hechiceros quisieron poner las cosas todavía peor. Y lo lograron.
 Fueron a la redacción del periódico El Liberal y ahí desmintieron que el chamuco haya agradecido algo a las autoridades. Deben haber pensado que sería fácil lavarle la imagen a Duarte, sin contar que existe una grabación en que se escucha al diablo, obviamente a través de la médium, pronunciar su agradecimiento al gobernador de Veracruz.
 Duarte, como se ve, es afecto a la santería, a las velas negras, al mal de ojo, aunque por un lado se confiese católico y por otro apoye eventos donde la figura es el Príncipe de las Tinieblas.
 Hasta el día de la misa negra todo mundo daba por sentado que sin Javier Duarte no se podía haber realizado. Pero cuando se difunde que el financiero del Caballero de Oscuridad es el gobernador, hasta los brujos se volvieron mediáticos. Dijeron que no, que el gobernador no tenía nada que ver con la misa negra.
 Ya no hicieron mención de la médium. Ella invocaba al diablo y su cuerpo era usado para que el demonio le hablara a quienes creen en él o a los que sin creer acudieron a la misa negra por curiosidad natural o por lo sobrenatural. Había quienes no creían, reían y se burlaban, pero los había que hasta sintieron la presencia del ángel caído.
 Ahí lo oyeron todos. Que el gobernador de Veracruz, el católico de Córdoba, el amigo del arzobispo facilitó todo para el congreso de brujos y la misa negra.
“Estuvimos mucho tiempo sin apoyo, olvidados para este tipo de eventos que son los que atraen turismo, pero ahora ya de nuevo nos dan algo para demostrar que tenemos más poder. Estos son eventos buenos, la misa negra; no eso de las danzas, los bailes y todo eso que habían pensado traer”, dijo el Patriarca Mayor, Reyes Álvarez Santos. O sea, lo del Tajín es fresa.
En la excelente nota del periodista Ignacio Carvajal, se describe que hubo de todo. Un chivo, el macho cabrío, fue sacrificado, degollado, su sangre esparcida sobre un iniciado, el nuevo brujo montado el infeliz por una mujer, como si fuera ella el jinete y él el caballo. La sangre captada en una vasija era ofrecida al señor del mal.
Se incendió la estrella de los cinco picos, el pentagrama, para alejar las malas influencias. Pero el asunto se perdió cuando surgió el nombre de Javier Duarte y entonces ni quién creyera que el diablo hablaba por medio de su secre, la médium, la reata diría Brozo.
También hubo alimento para los de ojo alegre, los que seguían con la mirada a una bailarina con ropa sugerente, de finas curvas y contoneos mejores, que buscaba aliviar sus penas en el hechizo y en el señor del más allá. Por 10 minutos movió su espectacular figura, entregándose al demonio para, a cambio, hallar trabajo, para dejar de sufrir. Y mientras, los miles de asistentes derramaban baba al ver su cuerpo debajo del velo rojo, transparente, que lo cubría.
 Hasta Mick Jagger y sus Rolling Stones le dedican una canción a Lucifer, Símpatía por el Diablo, y en ella hablan de su personalidad mundana; de la riqueza representada en forma de triunfador; de cómo le ha robado la fe y el alma a los hombres; lo asocian con el socialismo, con el asesino de Kennedy, y al final su verdadera y destructora personalidad.
 “Usa tu bien aprendida educación/ !o haré que se te pudra el alma!
 “Encantado de conocerte/ Espero que sepas mi nombre/ Pero lo que te desconcierta/ es la naturaleza de mi juego”.
Sea pues así, el juego del diablo es sorprender a todos. Ahí, en la misa negra de Catemaco, dicen que dijo que el gobernador Javier Duarte fue el que ayudó al congreso de brujos. Y por boca de la médium dijo la verdad. Pero por ser una verdad políticamente espinosa, los brujos prefirieron desmentir a su Príncipe de las Tinieblas.
 Ya tendrán tiempo de que les pudra el alma, les diría Jagger.

(romoaya@gmail.com)(@moralesrobert)

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