Fernando Hernández Fernández
El Marcaje
Realmente siento bien feo por Carlos Hermosillo. No soy panista, es más, soy totalmente apolítico, pero no entiendo cómo un tipo que era ovacionado por cientos de miles de mexicanos ahora sea tan repudiado en varios sectores de la sociedad veracruzana y nacional.
Se salió de su sitio de confort en la Conade (no sé si por voluntad propia o aconsejado por su jefazo) y le va como en feria en su afán de convertirse en diputado federal por el distrito de Córdoba.
Pero realmente también El Grandote de Cerro Azul ha hecho méritos para ponerse en el ojo del huracán, sobre todo en recientes días, más allá de la guerra política que se tirará contra Javier Duarte del PRI, favorito de muchos y viable elemento como sucesor de Fidel Herrera Beltrán.
Carlos Hermosillo se ha metido en un lío de 13 millones de pesos en un adeudo a deportistas mexicanos, no cualquier tipo de atletas, sino los medallistas olímpicos de Pekín 2008.
Y es que qué feo me lo chamaquearon al creer que sus “amigos” empresarios le iban a cumplir los “donativos” para estímulos de los ganadores de presea sin firmar un papel de por medio. Vamos, es que en esas latitudes hasta para subir al ascensor hay que poner un contrato de por medio, eso de los tratos de caballero y los apalabramientos como que no van.
Ahora es cuando los trapitos al sol van a salirle al ex jugador del Cruz Azul. Sus años gloriosos como goleador de la selección nacional se van a olvidar por unos meses, porque entró en una pugna donde no importa cómo, pero el chiste es ganar.
También, El Grandote de Cerro Azul se pone de pechito para que le rematen a matar con esas acciones o luego hasta se molesta, como lució su tono de voz ante la periodista Denisse Maerker, cuando ella le cuestionaba de dónde iba a sacar los 13 millones prometidos a los medallistas, y el, ya en plan necio, aseguró que de su bolsa de ser necesario, además en alusión que había jugado profesionalmente muchos años; la conductora de “Atando Cabos” le reconvino que a pesar de todo, no se le hacía un hecho transparente.
Y es que es una realidad, porque Hermosillo no define nada, primero que unos empresarios, luego que él solito y minutos después que unos “amigos”, entonces su compromiso no queda claro; además, me queda la duda de por qué hizo ese trato con los atletas como si fuera a nombre de Conade y al final era a título personal.
En fin, prefiero (y trato de hacerlo) recordar al futbolista cuando vestía la playera del América y era campeón a finales de los ochenta; o cuando se rompía el alma con la verde de la selección; porque lo de hoy parece más carne de cañón que otra cosa. El quemón ya rebasó la campaña electoral en Veracruz, porque ya es nacional. Qué triste.
Hasta la vista.
fhernandez1980@gmail.com
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