Raúl Abraham López Martínez*
Coyuntura Política
En el contexto de la Guerra Fría el gobierno de Estados Unidos sostuvo toda una doctrina militar en cuyo uno de sus ejes justificaba la necesidad de intervenir en cualquier región del planeta con el objetivo de atacar, contraatacar o neutralizar a los aliados del bloque socialista.
Esta concepción de intervención geopolítica se enfocó a ubicar a los movimientos de liberación nacional (En África, Asia, Medio Oriente y América Latina) y a los gobiernos de izquierda emanados de procesos revolucionarios como el de Cuba y Nicaragua, o de gobiernos surgidos de procesos electorales como el de Chile con Salvador Allende, considerado el primer presidente socialista en Latinoamérica en llegar al poder por medio de las elecciones; como los objetivos a encarar la brutalidad militar de EUA so pretexto de impedir a como dé lugar el avance de las izquierdas.
El resultado de estas intervenciones derivó en asesinatos, desapariciones forzadas, torturas, promoción de dictaduras y la eliminación de comunidades enteras.
En cada uno de los países en donde el gobierno estadunidense aplicó su doctrina militar de Guerra Fría contó con el apoyo directo de los Ejércitos Nacionales o de grupos de mercenarios, en ambos casos recibieron apoyos económicos, de armamento y de asesoría y capacitación de tipo militar proveniente de EUA.
De esta manera, a costa de miles de vidas humanas Estado Unidos logró contener, neutralizar y en otros casos desaparecer, la presencia de los grupos de izquierda en nuestra región.
Con el derrumbamiento del Muro de Berlín, la caída de la URSS, el fin de la Guerra Fría y la consecuente pérdida de vigencia del mundo bipolar; el argumento sobre la necesidad de intervenir militarmente para contener a las izquierdas empezó a carecer de la fuerza necesaria para sostenerlo como parte clave del discurso que busca justificar estas intervenciones. Por lo que los asesores del Pentágono se vieron en la necesidad de incluir un nuevo elemento discursivo que reforzara las políticas de intervención política-militar acordes al escenario de Post Guerra Fría, este nuevo elemento se encuentra identificado con el concepto del narcotráfico.
El narcotráfico es un término peyorativo que hace referencia a la producción, comercialización y consumo de estupefacientes.
Acorde a las políticas expansionistas de EUA la construcción discursiva y política del narcotráfico se ha convertido en el pretexto por excelencia para intervenir en las políticas de gobierno de los países propensos al dominio de Estados Unidos.
En el caso mexicano, el mantenimiento de esta relación de subordinación ante el Pentágono se entiende debido a la falta de legitimidad electoral con que se concluyó la definición de la elección presidencial en el 2006.
Carente de legitimidad Felipe Calderón optó por invocar el discurso bélico para colocar a la sociedad bajo un estado mental de guerra. Desde la perspectiva de la propaganda política, esto implica situar en el imaginario colectivo la imagen de una supuesta amenaza, una amenaza que es creada, reforzada y ampliada recurriendo al uso intensivo de los medios de comunicación.
De esta manera, Calderón colocó a su gobierno en concordancia con la estrategia global de propaganda de Estados Unidos sobre el manejo del tema. Evadiendo por completo la posibilidad de legalizar las actividades relacionadas con el mal llamado “narcotráfico”.
La necedad de no legalizar esta redituable actividad, cuyo principal mercado de consumo se encuentra en el territorio de Obama, evidencia el transfondo político de continuar legitimando las políticas de intervención del gobierno de Estados Unidos al igual que seguir alimentando el mercado negro de armas.
El costo de estas decisiones políticas se ha visto reflejado en la aparición de retenes militares y policiacos que a la menor confusión les da por disparar a la sociedad civil, de prácticas judiciales repletas de corrupción y simulación, de llevar la violencia a las instituciones de educación, de colocarnos en medio de un fuego cruzado entre los actores en disputa.
Lo más grave de estos costos ha sido la perdida de aproximadamente 30 mil vidas, tan sólo en el sexenio del Calderón.
Para concluir me interesa señalar que como parte del debate sobre el tema de las drogas juega un papel relevante visualizar los transfondos que subyacen en la negativa del gobierno por legalizar la producción, comercialización y consumo de las drogas. En la medida en que contemos con la capacidad de identificar y cuestionar lo que realmente este gobierno se encuentra protegiendo estaremos en condiciones de parar la ola de violencia en la que nos encontramos inmersos.
*Director de la Revista Digital Independiente Voz Universitaria www.vozuniversitaria.org.mx raul@vozuniversitaria.org.mx facebook.com/raul.lopezmartinez
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