jueves, 16 de diciembre de 2010

Insatisfacción democrática

Jorge Arturo Rodríguez
Tierra de Babel

Definan como ustedes gusten el término “democracia”, tan manoseado aquí y allá, como muchos otros vocablos de los que se cuelgan nuestros políticos y gobernantes; expriman esa palabra, háganla chillar (dijera Octavio Paz, aunque dándole otro sentido) y oirán que nos dice que nos vayamos mucho a la chingada con ese cuento de “gobierno del pueblo”, porque en la realidad mexicana que vivimos, nada suena más falso que esa desdichada –iba a decir ultrajada- palabra, mucho más cuando en tiempo electorales se la utiliza con mayor ímpetu y anhelo, para después dejarla arrumbada, ahí que espere la puta, y convocarla sólo en ocasiones de necesidad de los gobernantes, es decir, cuando la libido del poder así lo exige, con el fin de mantenerse en las mieles del privilegio. Mientras, que pueblo permanezca donde está, lamiendo migajas.
¿Pero a qué tanto rollo? Pos es que nomás se me antojó escribir unas cuantas palabras chillonas, pa’ decirles lo harto sabido, que la democracia en México cada día se corrompe más; que existe un vacío, un abismo, entre el pueblo y los gobernantes. Aquéllos nada más milando y mendigando lo que es suyo; éstos, astutos y cínicos, llenándose los bolsillos y la panza con lo que no les corresponde.
Por eso no me extraña que el latinobarómetro haya señalado que la mayoría de los mexicanos estamos decepcionados e insatisfechos con nuestra democracia. ¿Pero cuál democracia? En fin, que según el latinobarómetro, en nuestro país sólo 27 por ciento de los ciudadanos está satisfecho con la democracia y apenas el 8 por ciento aprueba la actual situación económica. ¿Cómo no va a ser así? Ya lo dijo Augusto Monterroso: "Mientras en un país haya niños trabajando y adultos sin trabajo, la organización de ese país es una mierda".
En un artículo publicado en votoenblanco.com, que dirige Francisco Rubiales, leí lo que a continuación les comparto: “Los gobernantes ya no pretenden servir al pueblo, sino controlarlo y servirse del Estado para acumular poder, privilegios y riqueza. Los gobiernos, que asumen con descaro, como primera prioridad, mantenerse en el poder, están distanciados de los ciudadanos, y los ciudadanos expresan su rechazo a las castas políticas despreciando la ceremonia electoral, incrementando la abstención y el voto en blanco. Las castas políticas, atrincheradas en el poder, disimulan la afrenta del desprecio ciudadano y siguen considerando legítimas unas victorias electorales que son claramente pírricas y vergonzantes. Para colmo de males, muchos gobiernan al margen de la opinión pública y, más allá de las declaraciones constitucionales, procuran estar fuera del control de las cámaras legislativas y del poder judicial, lo que invalida el Estado de Derecho”.
En el artículo este, que considero es de un ciudadano español, se agrega: “Algunos, desde el pesimismo, afirman que nos dirigimos hacia el fin de la democracia y hacia la instauración de nuevas y sofisticadas dictaduras sin ciudadanos, mientras que otros, más optimistas y esperanzados, hablamos de una rebelión de los ciudadanos que hará retroceder a la "casta" podrida de políticos sin alma que se ha apalancado en numerosos gobiernos del planeta”. ¿Será?
Pos ahí veremos, en todo caso, pienso con Thomas Hobbes, que una democracia no es en realidad más que una aristocracia de oradores, interrumpida a veces por la monarquía temporal de un orador. Puro bla, bla, bla…

Hasta la próxima
jarl63@yahoo.com.mx

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