sábado, 13 de agosto de 2011

Mi Comandante

Brenda Caballero
Números Rojos

Fue algo inesperado verlo parado frente a mi escritorio. Licenciada, me dijo, ¿Cómo ha estado Usted? Levanté completamente mi cabeza y lo vi en compañía de su hijo, al principio no lo identificaba pues ya no traía su clásico uniforme, pero mi cara se llenó de emoción y gusto al reconocerle completamente: era “mi comandante”.
Era más conocido por sus compañeros por su grado que por su nombre. Pero eso sí, cuando lo decían, el timbre de la voz era con mucho respeto.
A mi comandante lo conocí hace como un año. Siempre estaba resguardando la entrada de la oficina en la que yo trabajaba. Siempre serio y respetuoso, cuidando la presentación de su uniforme, botas bien boleadas, su porte recto fuera de pie o sentado, y su gorra siempre puesta.
Al principio, creía que era muy enojón, pues su cara adusta daba esa impresión, pero poco a poco lo fui conociendo.
Nuestras conversaciones siempre fueron hacia su profesión, pues se notaba su pasión por ser policía. Alguna vez me platicaba que no estaba en el campo de acción porque se había lastimado una pierna, pero que en ocasiones le daban la oportunidad de capacitar a los nuevos integrantes de la corporación y allí demostraba lo que había aprendido.
Mi comandante no era un policía cualquiera, siempre que lo veía estaba haciendo algo, desde dibujar hasta leer libros y novelas, siempre con ganas de aprender algo nuevo.
Inmediatamente me levanté para saludarlo y no pude evitar preguntarle ¿Cómo me encontró?, lo que él con una sonrisa me dijo: “¿olvida usted que fui policía?”, estaba claro no había que decir más.
Y es que tenía aproximadamente 8 meses que no le veía. Inmediatamente me surgió la duda ¿fue policía? Con tristeza contestó, “me tocó el recorte”, refiriéndose al despido masivo en la capital Xalapa y zona conurbada por la desaparición de la Policía Intermunicipal Xalapa-Banderilla-Tlalnelhuayocan.
¡Upss! Creo hasta tragué saliva, ¿Qué le dices a una persona que acaban de despedir?, sí, todos sabemos la situación en la que vivimos. Peor aún ¿qué le dices a una persona que acaban de despedir, que pasa de los cuarenta y que amaba su trabajo?, no hay palabras, tal y como cuando damos las condolencias por la muerte de alguien.
Siempre ha sido difícil para mí, aunque creo la situación era peor para él su familia.
Volví al silencio, aunque en su plática noté que trataba de animarse diciéndome que estaba haciendo ejercicio con su hijo, lo cual me dio gusto, al menos tendrá un problema menos: “la obesidad”.
Tuvimos que despedirnos, no sin antes comentarme que vendía en el tianguis por si se me ofrecía algo. Ese día fue muy contrastante. Volví a ver a una persona que aprecio mucho, aunque desgraciadamente desempleado.
Luego entonces ¿México está listo para amortiguar la crisis mundial?, ¡por Dios!, el secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, antes de hablar debería ver la verdadera necesidad de la población, debería vivir una semana con una familia que no llega ni a los 6 mil pesos mensuales de ingresos para que vea que no alcanza ni para comer, donde actualmente un kilo de azúcar llega a los 17 pesos y un cono de huevo, a los 37 pesos.
¿De qué sirven las millones de reservas que tiene el país, si no van a ser distribuidas entre los que más lo necesitan? A lo mejor sirva para amortiguar el peso, pero, qué hacer ante una situación que cada vez se hace más crítica entre inflación y desempleo.
Y para muestra, este viernes, el Inegi dio a conocer que aproximadamente 13 millones 400 mil personas en el país se dedican a trabajar de manera informal y que la tasa de desempleo en el segundo trimestre es de 5.2%, algo así como 2.6 millones de personas, mismo nivel que en el periodo abril-junio del año anterior. ¿será que se les olvidó contabilizar a los desempleados actuales? ¿o no, mi comandante?

caballero_brenda@hotmail.com

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