martes, 5 de junio de 2012

Manual práctico del mapache 2.0

Miguel Ángel Gómez Polanco
Vía Crítica

A estas alturas, amiga y amigo lector, es evidente que el poder de las redes sociales -sobre todo en el contexto electoral- es interminable. No de balde las demostraciones que hoy en día tienen en coyuntura al país, partiendo de la sociedad, logrando avizorar cambios drásticos en el pensamiento colectivo y que probablemente se reflejarán en las urnas en primera instancia (y ya veremos si después también).
Por ello, en un afán de proveer a este panfleto de un sentido didáctico (ya que el magisterio mexicano, entre pruebas universales y “Enlace” demuestran su desinterés en la transmisión de este tipo de conocimiento), en esta ocasión analizaremos lo que el destacadísimo especialista y emblema del derecho mexicano, Jorge Fernández Ruiz, en su “Tratado de Derecho Electoral” (Porrúa/UNAM-México/2010), define como “Patología Electoral”, potenciando sus definiciones en un entorno 2.0; es decir: enfocando su aplicación en la viralidad que alcance el documento a través de las redes sociales y, con ello, poner en antecedente a los “defensores de la democracia” y movimientos en pro de la información, sobre las prácticas que casi con seguridad se harán presentes el próximo 1 de julio.
Primeramente, conozcamos el término “mapachería electoral”, cuya definición de acuerdo con Fernández Ruiz es:
Acciones ilícitas encaminadas a vulnerar el carácter universal, libre, igual y secreto del voto, mediante el engaño, la manipulación, el despojo, el entorpecimiento, e incluso, la violencia.
Ahora bien, es importante señalar que cada una de las algunas de las patologías electorales más regulares que aquí se describirán, tienen una sanción en el Código Penal Federal, por lo que son susceptibles de denuncia ante la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (sí, aquella del chistecito promovido por la institución misma con lo de “denúncialo ante la Fepade”), por lo que no se debe dudar en que si las observa, obtenga la mayor cantidad de pruebas posibles para respaldar su exhibición.
Entre las más conocidas y sintetizadas del “Tratado de Derecho Electoral” están:
· El célebre acarreo: Identificado con la coacción del voto; el acarreo electoral es la transportación de trabajadores de una dependencia o empresa a la urna, para que voten por un candidato en específico.
· Anulación del voto: Terminada la jornada y a la hora del escrutinio, la anulación del voto se da tachando la boleta en el espacio destinado a otro candidato o coalición, para que aparezca que votó por varios. En este es importante saber cuáles son las formas habilitadas por el IFE para votar, pues por ejemplo, en el caso de las coaliciones Movimiento Progresista o Compromiso por México, tachar los tres partidos o dos, respectivamente, sí representa un sufragio válido.
· ¡Se cayó el sistema!: Ya sabemos la historia: fraude cibernético con el fin de alterar las actas de los resultados electorales.
· Carrusel (y no el de la novela ochentera): De los más conocidos, el carrusel o “tío vivo” consiste en la circulación del mapache por varias casillas para votar repetidamente por un mismo candidato. Es normal en esta práctica que se dé mediante el uso de varias credenciales de elector.
· Fraude del padre Amaro (o “¡aguas con el Opus!”): Aumentan las misas en la fecha de la elección y durante la homilía se “pide” votar por determinado partido y/o candidatos.
· Operación tamal: Desayuno con tamales y atole (con el dedo) para un grupo de electores, quienes después asisten a la casilla para votar por el candidato “patrocinador” del manjar.
· Ratón loco: Alteración de listas nominales para que un elector (de conocida preferencia electoral) vaya de casilla en casilla “buscándose” y nunca se encuentre, chocándose de hacerlo y quedándose sin votar.
· Resurrección de los muertos: No hace falta explicación. Sólo espero que mi tío Egúmeno (1923-2001) prefiera abstenerse de votar…
· Robo de urnas: Derivan principalmente de las encuestas de salida, las cuales al revelar una preferencia, dan razón para el robo de urnas y se altere el resultado de la casilla.
· Robo hormiga (o la discreta): “Unidad mínima de robo” que se da cuando una casilla está “reñida” y se recurre al agrandamiento de la ventaja de un candidato en específico a través de pocas boletas anuladas a propósito y durante el escrutinio.
· Tacos de votos (o la tempranera): Una boleta marcada previamente sirve de tortilla y “unas cuantas más” de relleno para el taco, cuyo depósito en las urnas se realiza regularmente al principio de la jornada y “alimenta” la votación a favor de un candidato.
· Tianguis de votos: La dádiva en su máxima expresión, justo antes de entrar el elector a la casilla.
· Tianguis de credenciales: Los principales afectados son las los electores de bajos recursos, a quienes durante las campañas -e incluso un día antes de la elección- se les “recogen” las credenciales de acuerdo con su preferencia, para que no voten por el candidato rival.
· Tinta deleble: Cambiar la tinta y poner una que se pueda quitar lavándola, facilitando la múltiple votación de una o varias personas.
· Terrorismo electoral: Guamazos, pleitos y macanazos en las inmediaciones de una casilla, con el objetivo de atemorizar y proceder con su cierre, junto con la anulación de los votos que se registren en ella.
· Urnas Embarazadas: Consecuencia de prácticas de las que sobresale el “taco de votos”.


SUI GENERIS
Así pues, maneras sobran para proceder con el o los fraudes electorales, por ello es vital considerar cada procedimiento, compartirlo y entonces sí, en un acto informado-compartido, se apueste por la democracia gracias a la participación de todas y todos, combatiendo a estos animales (y no por lo de mapaches). ¿Cómo la ve?

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