martes, 30 de julio de 2013

Doble llave


Salvador Muñoz
Los Políticos

Entro al edificio y me encuentro de frente con él. Me da una mala noticia: Robaron dos departamentos hace unos días y uno de ellos, al costado de nuestro condominio. Es más, me advierte que cada vez que entre o salga del inmueble, eche “doble llave”, no importa si voy a sacar la basura, si salgo a tender la ropa o nada más vaya al coche.
Quien me cuenta y advierte de todo ello no es un vecino directamente, no... es un cartel hecho con plumones sobre hojas tamaño carta unidas por “diurex” que está pegado a la pared.
Si tenía intenciones de salir en estas vacaciones, ese “cartelito” me las ha quitado más rápido que adolescente en su primera vez.
Y no es porque uno tenga las grandes riquezas en su casa, no... ya hemos platicado que no es necesario que te roben; el hecho de que invadan tu espacio y “husmeen” por aquí o por allá, es desagradable.
La mujer llegó noche y oigo que estaciona el carro. Pasan uno, dos y hasta tres minutos pero no sube. Me asomo y la veo platicando... le están dando detalles del robo en el condominio de al lado. Las víctimas, unos maestros.
Sí, cualquiera puede decir: Son vacaciones y como la mayor parte de los mentores, huyen de la ciudad capital para refugiarse en otros estados, playas o municipios lejos de esta ciudad capital, pero no... los vecinos-maestros sólo se retiraron tres horas de su casa, tiempo suficiente para que les robaran varios objetos electrónicos y otras prendas.
Observo que el trabajo del velador que pasa cada jueves o viernes religiosamente a pedir la cuota es ya inútil porque los atracos en los departamentos ya no se dan en las noches ¡son a plena luz del día!
Y es que para la mayoría de los vecinos, ver mudanzas en Jardines de Xalapa es tan habitual que no extraña que haya una más y sobre todo en periodo vacacional.
Hay la sospecha de que entre los cacos (¡ah! ¡caco! de esas palabras que se van perdiendo pero cuya profesión se sigue extendiendo) debe haber un cerrajero y es que, al menos, en el caso del departamento de los maestros, me cuenta la mujer que le dijo la vecina (note la secuencia de esas pláticas sabrosas) que su departamento tiene una puerta de fierro como protección... entonces, ¿quién puede abrir puertas sin violencia ni ruido?
Hace unas noches, en esas habituales salidas con Harry, nos encontramos a “Doña Colitas”. Ya les he dicho que a los vecinos que tienen “perrhijos”, en lugar de llamarlos como los López, los Hernández, los Díaz, los conozco mejor por el nombre de sus caninos: “Doña Porfiria”, “las Galleta”, “los Bofo”, “los Drupy”, etcétera. Pues “Doña Colitas” estaba entre alterada y nerviosa porque vio a un sujeto en bicicleta observando detenidamente los edificios. Sí, ella lo vio sospechoso y más cuando tal sujeto entró a la cochera de nuestros condominios.
Puede que “Doña Colitas” tenga razón o puede que no, pero una cosa es cierta... en Jardines de Xalapa hay desconfianza.
Desconfiamos del desconocido que se asoma por nuestra cochera... desconfiamos del carro de lujo que llega a vivir por allá y siempre tiene música norteña a todo volumen en su vehículo... desconfiamos de los ciclistas que es evidente, no van a hacer ejercicio asomándose por los estacionamientos... desconfiamos de casi de todos...
Puse una lámpara que si hubiera vampiros, me odiarían. Alumbra en las noches como si fuera de día la mitad del estacionamiento. Lamentablemente, la otra mitad se queda a oscuras. Se han acercado cantidad de vecinos a preguntar el precio de la lámpara “para poner una”. La apuesta que echamos la mujer y yo siempre: nunca la van a poner... y así ha sido.
Ahora, quieren “cooperar” para poner una justo enmedio del edificio, cosa que no se va a hacer por una sencilla razón: a mis vecinos no les preocupa invertir en su seguridad... primero se alborotan, gritan, hacen escándalo; después, ¡se les olvida!
Bueno, no tanto... después de que atracaran un departamento abajo del mío, se les ocurrió una “ideota”. Me cobraron cien pesos por la instalación de un brazo mecánico que cierra en automático ¡la puerta del edificio! Me negaba a pagar semejante estupidez pero para no entrar en conflictos vecinales, ok, lo hice... hoy, ese brazo yace inerte. En una mudanza, alguien lo rompió y jamás se arregló, cuando sale gratis hacer lo que marca el cartel que desde hace unos días me recibe: cada vez que entre o salga del inmueble, echar “doble llave”, no importa si voy a sacar la basura, si salgo a tender la ropa o nada más voy al coche. Con ese punto básico, es el principio de nuestra seguridad... sin costo adicional. Lo demás, depende de cada uno...

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