domingo, 21 de julio de 2013

Nuestra antinatural naturaleza

Erwin S. Bárcenas Oliveros
Un Clavo al Ataúd 

—“Que trescientas Mantarayas aparecieron sin vida en Chachalacas, Veracruz, carnalito”...
—“Ah, no chingues... y ¿qué es una mantaraya?”
—“No lo sé, pero espera, lo retuiteo y lo publico en mi Feis”
Las consecuencias de vivir politizados, posmodernizados, redesocializados, economizados, enfermizados, internetizados, televisados, polarizados... vaya, totalmente desnaturalizados, alejados de la vida como era antes de que la dejáramos de vivir para morir despacito a manos de nuestros vicios y “mothernos” gadgets, nos están cobrando facturas de maneras muy diversas y no sabemos cómo es que está pasando.
Los tópicos ecológicos-socialmedia-DeModa siempre han sido una excelente parapeto, apoyado en “Salvemos a los pandas”, “Ayuda a conservar las selvas del África Septentrional” (aunque no sepamos si existe un África Septentrional), y donar unos tres pesotes a Greenpeace México. Lo de antes era portar una playera, exponerlo en plena clase de Naturales o durante el café para impresionar a las féminas interlocutoras. Ya más en la actualidad, dar retuiteos sin fin a retuiteos que dicen “Dale retweet” o “like”, dependiendo la red social que usen, si quieres que se detenga la tala de montes, la cacería de tecolotes o la pesca de tiburón rayado.
La conciencia ecológica es algo que no se obtiene al ver la noticia del día, tampoco llega diciendo y maldiciendo contra quienes cazan ballenas o comprando bolsas verdes en su centro comercial preferido... cuidar el mundo en el que vivimos es un poco más complejo, un poco menos banal y necesita más allá de sólo unos cuantos clicks, estar sentado y lamentarse frente al monitor de su preferencia; cuidar el agua, la energía, separar la basura o usar menos el automóvil (punto en contra ya que nadie está haciendo esto último; por qué: ¿Pos cómo vamos a mezclarnos con la perrada?), levantar la caca del perro y tomar bebidas sugar free apenas, son los temas más superficiales de un trabajo que es mucho más complejo que sólo lo que la tele, la revista “Veintitantos” o en los ya muy malos programas de Discovery Channel nos recomiendan; requiere de algo que al menos a nivel local, hablemos de Xalapa, Veracruz o México, la gente en su mayoría no tiene, no gusta o carece de interés: Conocer lo que es, que habita y cómo se desarrolla su planeta.
Como con las discusiones o exposiciones, lo primero que debe hacerse antes de defender o cuidar el planeta, es, al menos, saber lo básico de cómo es que cada milagro de la naturaleza, en lo general, funciona; en dónde se encuentra, conocer sobre fauna, flora, procesos biológicos generales... vaya, informarse.
En tiempos recientes, la población está más que alejada de su entorno y medio ambiente, mucho más que en otros momentos de la historia.
Televisión, internet, políticas tanto locales, como nacionales y mundiales, crisis sociales y de educación, mala programación, mundo del espectáculo sobrevalorado: Lady Gaga enseñando una teta o el cantante de moda declarando abiertamente que es gay, resultan más importantes como noticia que la pérdida de 300 mantarrayas en las costas del estado jarocho, como hace algunos meses atrás un cachalote había encallado, ambos eventos, sin explicación y lo peor, sin mínimo interés general aparte de algunos clásicos twitters y una nota rápida en noticieros de la tele local y nacional.
No sabemos cómo es el deshielo en el ártico ni cómo hace más de 40 años comenzó la contaminación por combustión fósil y aquella que es resultado por el deslavado de la tela de la mezclilla, que es de las mayores causas de contaminación de aguas a nivel mundial, misma tela que los defensores del planeta, anexos y simpatizantes usan (usamos) como ejemplo de rebeldía a los elegantes trajes de los empresarios, dueños de esas empresas que les venden esa ropa... (saben cuántas mezclillas murieron para hacer sus pantalones, es obvio que no lo saben, como tampoco saben cuántos pandas o rinocerontes negros quedan; los niveles de agua dulce que aún hay para los más de 6 mil millones de habitantes del planeta), todo esto acabando a su manera con el entorno.
La educación ambiental es tan importante como la indignación por el abuso de la naturaleza, pero es en verdad más útil, el informarnos de los cómo, cuándo y por qué; tan imperante como nuestra necesidad y dependencia de ella. Trescientas mantarrayas puede no ser un número que afecte a una población mundial de esta especie, pero también puede ser la punta de un iceberg que por décadas nos ha estado mandando avisos de que algo está pasando y no hemos hecho nada siquiera por saber qué es, y hablo como población; la información de especialistas se encuentra en la red, en libros y programas, sólo hace falta que por salud mundial, por el bien de esos bodoques que tiene ahí enfrente, sean hijos, sobrinos o hermanos, nos empecemos informar, nos volvamos a naturalizar...

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